Hola. Soy la madre del Chef y hoy domingo vengo a contaros una historia. Por supuesto, una historia que tiene que ver con la cocina y con la comida: ¿Os gustan las historias?

La de hoy tiene que ver con un hábito muy simple, que es el de la hora de comer. Los españoles tenemos fama en el mundo entero, de tener unos horarios de comida muy locos, de comer a la hora en que otros meriendan o casi cenan, y de cenar a horas intempestivas en las que el resto del mundo está ya durmiendo. Los hábitos de tener un almuerzo entre el desayuno y la comida y una merienda entre esta y la cena tampoco es una cosa muy común. Claro que, en Irlanda, por ejemplo, cenan pronto, entre las 5 y las 6 de la tarde, y luego hacen un resopón delante de la tele como a las 10 de la noche y no siempre de cosas sanísimas, que eso lo he vivido yo y mis hijos también.

Es posible que haya más variaciones en la hora de la cena que en la de la comida. Digamos que esta última la podemos fijar entre las 13:30 (que a alguno le parecerá pronto…) y las 15:30 (que a otros les parecerá tarde). Las cocinas de los restaurantes suelen cerrar a esa hora, si no me equivoco. En los colegios, a los niños pequeños se le suele dar de comer a las 12 o 12.30 y a los más mayores a partir de las 13:30, en algunos colegios hay dos turnos de comida. La comida de los comedores escolares, y lo que se hace en esos comedores y con la comida será objeto de uno de estos posts de Historias de los domingos. También he estado ahí…

Supongo que la hora de la cena dependerá de las familias, en nuestra casa, desde que los niños hicieron acto de presencia, se cena pronto. Buenos, los padres, porque los niños dejaron de ser niños y se independizaron y cenan a las mil en sus casas. Pero teniendo en cuenta que hasta la adolescencia tenían que estar dormidos a las 9, a las 8 estaban bañados y cenados o terminando de cenar. Digamos que ahora cenamos entre las 8:30 y las 9:30, y parece ser que somos tempraneros. Hablando de esto con mi amigo Santi, en la oficina, este afirmaba que en su casa TODA LA VIDA se ha cenado a las 11 de la noche, primero, segundo y postre y de ahí a lavarse los dientes y a dormir.

Un jefe francés que tuve, y que vivió dos años en Madrid, no daba crédito a que a las 10:30 de la noche hubiera niños jugando en el jardín de su urbanización y sus madres llamándoles para cenar. Le dije que eso sería en verano, que las 9 es aún de día y los niños están de vacaciones, pero el afirmaba contundentemente que todo el año y que estábamos locos los españoles. Tampoco se puede juzgar a todo un país por lo que pase en tu privilegiada urbanización de La Moraleja (Madrid, sitio de gente de dinero y de lo que se ha venido en llamar “cayetanos”), digo yo. Pero es verdad que comemos y cenamos tarde con respecto a otros países del mundo ¿Por qué?

Hace tiempo leí que esto era consecuencia de la guerra civil, y de la retirada de las mujeres del mercado laboral. Los hombres para poder mantener a sus familias debían trabajar en doble turno, y salían tarde de trabajar del primer turno por lo que pasaban a comer por sus casas tarde, y enganchaban luego con el segundo turno. Puede parecer plausible, pero lo cierto es que esta no es la explicación. Nuestro desfase horario viene de la época de la dictadura de Franco, eso sí, y es eso, un desfase horario.
La posición de nuestra península sobre el globo terráqueo hace que tengamos muchas horas de sol, y que nuestro horario digamos “natural” sea el del meridiano de Greenwich (GMT 0). Pero en 1940, España alineó su huso horario con el de Alemania (el por qué sería objeto de otro post, pero aquí las historias son de comida y cocina), y nos pusimos en GMT + 1, es decir una hora por delante del huso que nos corresponde, que es el de Inglaterra, Irlanda o Portugal. Para ser justo, Galicia debería de estar en GMT-1, de modo que en su caso están DOS horas por delante de lo que el sol, y el ritmo circadiano que impone, dicen.

De este modo, cuando el sol dice que son las 12, en España la hora del reloj marca las 13:00. Y cuando nos sentamos a comer a las 14:30, la hora solar son las 13:30, una hora adecuadísima para comer y similar a la del resto de países que flipan con nosotros.

Además, cambiamos la hora en verano y ya desconcertamos del todo a nuestros visitadores extranjeros, aquí amanece normal (en Rumanía es de día a las 5 de la mañana) y anochece tardísimo, sobre todo el mes de Julio. En Galicia, a las 11:00 de la noche es de día. Esto ya es otro rollo, viene impuesto por una directiva europea (la 2000/84/CE) cuya finalidad es ahorrar energía y aprovechar las horas de luz solar en los meses de verano. Ha habido todo un debate alrededor de este tema, pero en 2026 se acaba, ya no habrá cambio de hora. Pero seguiremos en GMT+1 en vez de GMT 0, y seguiremos con estos horarios locos.

Claro que, lo de las diferencias en las horas de comer se puede entender, pero ¿y el horario de cenas? No sé cómo explicarlo, y el de la familia de mi amigo Santi, menos aún. El que viene de visita se trastorna, pero el que se queda a vivir, se acaba acostumbrando y disfruta de sus cinco comidas, desayuno, almuerzo, comida, merienda y cena, y de sus tres platos, que tampoco son tan comunes en el mundo. Y del aperitivo no hemos hablado. Pero todo esto ya, para otras historias que contaros.

¡Nos vemos pronto! Pero recordad, siempre en domingo.

 

La Mamma.